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La Justicia no sólo se Entiende sino sobre todo se Siente

El mundo emocional es un espacio maravilloso para mirar. Cada emoción tiene su sabiduría, cada una es guardiana de un espacio del ser, cada una cumple con su rol y, cada una nos dispone a un actuar diferente…

Julio Ollalla

*Dra. Silvina Dubini Coach – Abogada -Funcionaria Judicial

Los operadores jurídicos tratamos con personas, con personas con problema jurídicos, los problemas jurídicos generan emociones y estas últimas se contagian.

Esto lo vimos muy claramente durante la pandemia, la mayor crisis sanitaria mundial que transitamos en el último tiempo, donde las emociones nos atravesaron a todos por igual, inclusive a los entes incorpóreos como son las organizaciones.

Podemos hablar de una pandemia de emociones de emocionalidad compartida.
En esos primeros tiempos de la pandemia pude percibir el cambio de paradigma de estábamos atravesando donde las emociones primaron muchas veces sobre la razón impregnando cada ámbito del quehacer jurisdiccional, lo que implicó de parte de todos los operadores jurídicos estar a la altura de esta circunstancia sintiendo muchas veces como si estuviéramos “surfeando una ola”.

Es allí donde tome profunda conciencia de que el desarrollo de la inteligencia emocional es clave ya que nos ayuda a encontrar “SABIDURIA” en las mismas. Como dice Roger Ebert “tu intelecto puede confundirse, pero tus emociones nunca te mentirán”.

Las emociones siempre nos vienen a mostrar algo que está por debajo de lo que nosotros creemos observar o sentir.
Las emociones nos impulsan a la acción, las mismas son el punto de partida de las acciones y pensamientos que tenemos a diario.

Son tan rápidas que pareciera que nos toman por completo llevándonos a dirigir nuestra conducta de una manera determinada.
Esto es conocido como secuestro emocional, es un término usado para describir las respuestas súbitas, abrumadoras y desmedidas frente a estímulos reales, provocados por una percepción impactante de amenaza emocional arrobadora, subjetivamente mucho más significativa.

Las emociones nos hacen prestar atención en este momento, esto es urgente, y nos da un plan de acción inmediato sin tener que pensarlo dos veces, que muchas veces nos deja atrapado allí sin poder salir.

Por ello, es tan importante entender que ocupemos el rol que nos toque ocupar, tanto en una primera entrevista con un cliente en el caso que ejerzamos la profesión libre o desde la atención al público dentro de la esfera judicial, en el marco de una audiencia o con nuestros respectivos equipos de trabajo, todo esta teñido de emociones, que debemos aprender a gestionar, percibiendo el mensaje que las mismas nos traen y no dejando que las mismas nos controlen haciendo ineficaz nuestra labor legal.

Para Daniel Goleman considerado el padre de la Inteligencia emocional, la misma sería “ La capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones en nosotros mismos y en nuestras relaciones”.

De esta definición se desprende que el autoconocimiento es el primer paso que nos ayudará a comprender nuestras emociones, porque si nosotros no nos conocemos a nosotros mismos, sino sabemos como sentimos, pensamos, actuamos, no vamos a poder acompañar al justiciable a que pueda encontrar lo que vino a buscar cuando nos trae un problema o conflicto jurídico para resolver.

Dicho autor nos comparte cuales son las cinco dimensiones que debemos desarrollar para gestionar nuestras emociones de manera correcta. Ellas son el autoconocimiento, autogestión emocional, automotivación y empatía y habilidades sociales.

El autoconocimiento. Es saber que se siente en cada momento, es decir conocer los propios estados internos y utilizar esas preferencias para orientar nuestra toma de decisiones; tener una idea realista de nuestras habilidades, fortalezas, debilidades y una bien basada confianza en uno mismo.

La autorregulación. Es saber gestionar las emociones los propios estados internos, impulsos y recursos. Entender que las emociones no son ni malas ni buenas, sino que el mensaje que nos trae es muy importante para cada día conocernos más.

La automotivación. Es saber utilizar nuestras preferencias más profundas para orientarnos y avanzar hacia los objetivos, para tomar iniciativas y ser efectivos y para perseverar frente a los contratiempos y las frustraciones. Se manifiesta en las personas que muestran un gran entusiasmo por su trabajo y por el logro de las metas por encima de la simple recompensa económica, con un alto grado de iniciativa y compromiso, y con gran capacidad optimista en la consecución de los objetivos.

La empatía. Es saber percibir lo que sienten los demás, es decir, la captación de sentimientos, necesidades e intereses ajenos, ser capaces de ver las cosas desde su perspectiva y cultivar la afinidad con una amplia diversidad de personas. Las personas empáticas normalmente tienen mucha popularidad y reconocimiento social.

Los operadores jurídicos debemos desarrollar esta dimensión de la inteligencia emocional ya que es primordial para que podamos acompañar al justiciable entendiendo que un conflicto legal, no es sólo un expediente, sino que detrás de él hay personas que actúan también desde sus emociones y que necesitan nuestra ayuda.

Y por último la habilidad social. Es la habilidad para manejar correctamente las emociones en una relación e interpretar adecuadamente las situaciones; interactuar sin dificultad; utilizar estas habilidades para persuadir, dirigir y liderar, negociar y resolver conflictos, para la cooperación y el trabajo en equipo.

Las tres primeras corresponden a la aptitud personal, es decir a las aptitudes que determinan el dominio de uno mismo. Las dos últimas corresponden a la aptitud social, es decir a las aptitudes que determinan el manejo de las relaciones.

Muy pocas veces en la vida, nos damos el tiempo para pensar en la emoción que predomina en el ahora. Simplemente las vivimos y dejamos pasar como si fueran parte ajena a nosotros.

Las emociones son aprovechadas completamente cuando aprendemos que problema específico detecta cada emoción y cuál es el camino que resuelve el problema detectado.

Cuando esto ocurre, uno se concentra en la resolución del problema y le agradece a la emoción haber orientado la mirada en esa dirección, por más dolorosa e inquietante que dicha emoción pueda haber parecido al comienzo.

Por ello el aprendizaje emocional tiene que ver con la posibilidad de adecuarnos rápidamente a los cambios que se producen en el entorno. De esta forma comenzaremos a ver a las emociones como oportunidades para evolucionar, acompañando al justiciable como líderes conscientes, líderes más humanos.

La inteligencia emocional no es lo opuesto a la inteligencia, no es el triunfo del corazón sobre nuestra mente, es la intersección entre ambas…

NOTA AL PIE

(*1)Wilquipedia.
(*2) Resumen extracto del libro La Inteligencia Emocional en la Empresa- Daniel Goleman
(*3) La sabiduría de las emociones- Norberto Levy.

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