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Nuestras Decisiones

Cecilia Valeros De Corica

Dra. Cecilia Valeros de Córica

CoLABORADORA

Jueza del Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Comercial  del Departamento Judicial La Plata.
Docente Práctica Profesional Facultad de Derecho y Ciencias Jurídicas de la UNLP

Nuestras Decisiones

Cerebro


En un mundo regido por el derecho sabemos que nuestras acciones tienen consecuencias. Pueden generar encuentros, conquistas, beneficios, problemas, conflictos Como gestionamos estos conflictos puede derivar en soluciones sanadoras, reparadoras, que nos construyen pero también pueden generar confusión, distanciamientos, desencuentros y más conflictos.

En el entramado de cualquier sistema judicial el conflicto tiene un rol protagónico. Muchas de las situaciones que abordamos a diario nacen con un conflicto. EL conflicto incluso puede ser con nosotros mismos, puede existir latente sin ser descubierto, puede atravesar al grupo operativo a quien le toca gestionar ese conflicto.

Los conflictos son inherentes a las relaciones humanas. Surgen de la diferencia de intereses, valores, necesidades o percepciones entre individuos, grupos o instituciones. Frente a ellos, las decisiones que se adoptan para su resolución pueden variar desde reacciones impulsivas hasta intervenciones estructuradas. En este contexto, es posible articular enfoques sistémicos y jurídicos que, lejos de oponerse, pueden integrarse para construir soluciones más eficaces, sostenibles y respetuosas de los derechos fundamentales.

Quienes acuden al sistema judicial, reclaman, demandan, son demandados no han podido resolver ese conflicto. Hay situaciones en las que se reducen a interpretaciones técnicas, cumplimientos de plazos o condenas de pago y otras en las que el factor humano, la historia personal de las partes, sus sentimientos y emociones transpiran la causa.  En las que a veces las partes necesitan ser oídas, tener un espacio para acercarse en un espacio que invite a ese diálogo, sentirse escuchada, pedirse disculpas, reconocer un error.

En la imagen puede observarse que el 85% de nuestras decisiones son fundadas en la parte de nuestro cerebro llamada reptiliana. Esta es nada menos la que responde a nuestras necesidades más elementales como alimentarnos, descansar, defendernos de las agresiones, el instinto de sobrevivir…. Es necesario para mantenernos vivos, pero el problema esta en que cuando usamos esta parte en la toma de decisiones que deben analizarse con otra de nuestras funcione es donde respondemos con agresión ante un ataque de tránsito o ante la pregunta de un compañero de trabajo. Estamos utilizando una parte muy rudimentaria para una situación compleja o que no representa alertar nuestro modo supervivencia.

Me adelanto a quien está interpretando esto con sentido psicológico pero no lo es. El derecho tiene como rol fundamental la paz social. Esa paz no se logrará solamente con la interpretación técnica de la norma sino se aporta el carácter humano al proceso. Y es la figura del Juez/a  quien fue llamado a ese compromiso. Por supuesto de la mano de letrados/as en los que su predisposición conllevan a que su abordaje sea más ameno y efectivo. Hemos visto muchos de ellos desbordados porque la situación excede lo jurídico porque se encuentra en el entramado la emoción de la persona, la historia de la relación, sus ancestros en fin un rompecabezas que se fue construyendo y en el que ninguna pieza encaja. 

  1. El conflicto como sistema:
    Desde una perspectiva sistémica, el conflicto no se percibe como un hecho aislado, sino como parte de una red de relaciones, influencias y retroalimentaciones. Este enfoque invita a:
    • Comprender el conflicto en su contexto social, histórico y emocional.
    • Identificar las partes involucradas (explícitas y tácitas).
    • Analizar los patrones de comunicación que mantienen o agravan el problema.
    • Trabajar sobre las narrativas de cada actor y los significados que asignan al conflicto.


El abordaje sistémico no busca necesariamente encontrar un culpable, sino identificar dinámicas disfuncionales y transformarlas en oportunidades de diálogo y evolución.

Casos que hemos abordado con lenguaje sistémico nos permiten ver o por lo menos aproximarnos al todo. En ellos los elementos comunes para ello han sido:

  1. PRESENCIA: Estar presentes con los involucrados. No sólo me refiero a la presencialidad física, estar PRESENTES Es estar en cuerpo y alma con quien me encuentro, ESCUCHAR ACTIVAMENTE.
  2. AMBIENTE: Generar un espacio de encuentro para el diálogo. Formar un círculo y viendo los lugares en que se posicionan cada integrante. Hay situaciones en las que las partes no quieren encontrarse y se ha propuesto la figura de un interlocutor, situándose en distintos espacios físicos para luego gradualmente ir acercándose. La virtualidad ha sido una ayuda cuando la presencia física o cercanía inmediata puede tensar el diálogo. El sistema jurídico muchas veces se ve tensionado por su rigidez, su formalismo o su lentitud, lo que puede generar frustración o profundizar el conflicto.
  3. MANEJO DEL TIEMPO: El tiempo que se destina ha de ser de calidad y bien administrado otorgando espacios pautados para la exposición de cada uno. Es aconsejable que las partes descompriman, se descarguen y entender que ello permitirá luego un mejor abordaje. Suelen llegar a este encuentro sin haber tenido nadie que las escuche y habiéndoseles cerrado todas las puertas.
  4. CUARTOS INTERMEDIOS: Puede ocurrir que la situación se tense y sea aconsejable una pausa  temporal, con el objetivo de reanudarla más adelante sin que se considere concluida. Ello puede un descanso, deliberar, revisar documentación o facilitar negociaciones entre las partes. Ello no finaliza el acto y preserva la continuidad del procedimiento.
  5. ESTABLECER NUEVOS ENCUENTROS: No siempre un conflicto que viene generándose con mucha antigüedad se puede resolver en un encuentro, siendo preferibles avances parciales que vayan desgastando el conflicto y generando un espiral descendente.
  6. NORMAS DEL ENCUENTRO: Delimitar lo que está permitido como que lo que digan va a ser confidencial entre las partes generando un marco de seguridad, que está prohibida toda falta de respeto o agresiones a los asistentes, su duración y que serán obligatorios los compromisos que asuman.
  7. ANÁLISIS DE POSIBLES ESCENARIOS: Evaluar y hacer saber cómo se desarrollará el proceso evaluando los tiempos, los costos, los cierres y sus beneficios. Muchas veces la evaluación del factor tiempo y los costos no son tenidos en cuenta y las partes no son conscientes de lo que representa. Los procedimientos, plazos, recursos, honorarios deben ser tenidos en cuenta.
  1. La intersección entre lo sistémico y lo jurídico:
    Integrar ambas perspectivas permite enriquecer las respuestas a los conflictos. Algunas claves de esta articulación con la Justicia restaurativa nos permite  incorporar principios sistémicos al ámbito jurídico. Se centra en el daño causado y en la reparación, involucrando a víctimas, ofensores y comunidad y generar decisiones judiciales con mirada integral: jueces y operadores pueden interpretar normas teniendo en cuenta el contexto relacional, buscando no solo sentencias justas, sino soluciones transformadoras.


INTERDISCIPLINA: Son necesarias las políticas públicas de acceso a justicia como ser  la incorporación de equipos interdisciplinarios que trabajan desde una lógica dialógica y contextual. Para ello contamos con la asistencia del EQUIPO TECNICO PERICIAL DE APOYO A LOS JUECES DE ORALIDAD .

El mismo se compone de distintos profesionales que nos asisten: Médico Traumatólogo, Psicologo/Psiquiatra, Legista, Ingenieros y contadores. Hemos requerido la asistencia de la perito médica psicóloga en el abordaje y la preparación para audiencias sensibles como así ha detectado riesgo de suicidio en  entrevistas realizadas lo que ha permitido un abordaje integral.

  1. Hacia decisiones transformadoras: Tomar decisiones frente a conflictos requiere reconocer que no siempre hay una única «verdad» ni una única vía de solución. Desde un enfoque mixto, una buena decisión será aquella que:
    • Sea jurídicamente válida
    • Responda a las necesidades de las partes involucradas
    • Promueva la reparación y la restauración del vínculo social
    • Contribuya a prevenir futuros conflictos


El desafío está en lograr respuestas que no solo cierren un expediente, sino que abran caminos hacia una convivencia más justa y equitativa.


Conclusión

Los conflictos no son anomalías, sino señales de que algo necesita ser revisado o transformado. Frente a ellos, la integración de enfoques sistémicos y jurídicos permite desarrollar herramientas más humanas, eficaces y legítimas para la toma de decisiones. Promover esta convergencia es una apuesta por una justicia con sentido, centrada en las personas y en la paz social.

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